primavera
El tiempo pasa y si algo tiene la naturaleza es que nunca decepciona, después de la sequía llega la lluvia, el frío da paso al calor y las penas a las alegrías. Vamos, como la vida misma…
En vista de que nuestras primeras tomateras aguantaron bien los fríos del final del invierno decidimos poner más. Para echarle una manita a la naturaleza, que una cosa es que sea sabia y otra Superman, utilizamos todos los medios a nuestro alcance para protegerlas del frío, sobre todo el nocturno, que aun hace en la montaña.
Mucho más trabajo, por si fuera poco el que lleva todas las tareas, casi de jardinería, que realizamos de manera manual a nuestros tomates.
Pero el intenso frío del invierno se fue y ahora la primavera permite el milagro (increíble pensarlo cuando teníamos -10º hace unas semanas en el huerto) de ver nuestras primeras flores en las tomateras y en los tirabeques (bisaltos).
Cuando se viven muchos años en una gran ciudad y todo transcurre con unos ciclos que nos son ajenos, y no me refiero solo a los biológicos, también a los económicos, a los sentimentales, a los sensoriales y por supuesto a los laborales, ocurre algo contrario a lo que sería previsible. Se desarrolla una hipersensibilidad a lo que nos roban.
Mucha gente, sobre todo del mundo rural, piensan que los habitantes de las ciudades tienen atrofiada la emotividad para las cosas del campo. Y es todo lo contrario.
Por desgracia la atrofia existe para muchas cosas y sentimientos, pero no para eso. Sin ponerme sensiblón y almibarado, tengo que decir que la emoción que se siente cuando descubres las primeras flores en las plantas que con tanto cariño y tantas dudas has visto encogidas durante el frío invierno, es directamente proporcional al asfalto que durante tantos años te ha rodeado en tu vida urbana.
Cuando uno deposita las semillas de los tomates del año pasado en los semilleros ya supone que saldrán plantas (… o no), pero el día que empiezan a aparecer las primeras briznas de algo verde en los huecos no tiene precio.
De nuevo se ha producido el milagro que por millones de veces repetido no deja de ser emocionante. Está claro que la edad me he está sentando fatal.
En fin, y en resumen para que no se me vaya más la cabeza, que ya tenemos flor en los tomates y los tirabeques y que muy pronto podremos saborear los primeros tomates y bisaltos. Los que habían apostado porque se congelarían han perdido, me deben unas cervezas.
El campo donde pondremos el tercer invernadero ya esta abonado, arado y preparado para recibir la nueva creación de los Hermanos Vilas. Espero que con esta ampliación ninguno os quedéis sin tomates que luego no hay quien os aguante.
Y estar muy atentos porque la semana que viene, junto con la primavera, llegará el gran proyecto de «…que te quiero verde” para este año. Vais a alucinar y por supuesto contamos con vuestra participación.
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