¡El horror! ¡El horror!

¡El horror! ¡El horror!

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Que la naturaleza imita al arte ya lo dijo hace mucho tiempo Oscar Wilde. Que uno, lento como es, tarde toda una vida en comprender el significado profundo de esa frase, es otra cosa.

¿Cómo enfrentarnos con la grandiosidad de la naturaleza si no es mirándola a través del arte?

¿Cómo mirar de frente a cosas como las que vi ayer si no fuera porque el arte o la literatura me protegen del miedo…?

Cuando leí en el Corazón de las tinieblas de Conrad estaba de expedición ni sé dónde. Me suena Alaska o el Himalaya de Pakistán. Me lo regalo mi amiga Sandra. Alguien que te regala este libro de Conrad antes de viajar a lugares remotos, peligrosos o, como diría Pérez de Tudela, de dudoso retorno, no es una persona cualquiera.

Gracias Sandra, no tendré años para agradecerte tantas cosas.

Del libro recuerdo cosas oscuras, pantanosas, irreales, mezcladas con la tensión de mi expedición, con el miedo de las grandes montañas, con las avalanchas, con las noches mal dormidas en las tiendas de campaña sobre el hielo. No me extraña que inspirase Apocalypse Now, la película.

Y de repente la gran frase que resume el libro en boca de Kurt antes de morir: “¡el horror!¡el horror!

Ayer, cuando una riada de proporciones apocalípticas, esta vez fuera de las lógicas superlativas del Pirineo, amenazaba la existencia misma del Molino Centenera, y ni hablamos de todo lo demás (los invernaderos de Que te quiero verde, el festival Vagamundos), solo podía aferrarme a la estética del valor de muchos años luchando contra las adversidades.

La naturaleza imita al arte. El Bosco con su Jardín de las delicias, el Mar de hielo de Caspar David Friedrich, Gericaut con su inolvidable Balsa de la medusa, y tantos otros que me formaron para entender lo que veo ante mis ojos.

El horror, el horror… Kurt ante su verdad antes de partir.

Y después la Paz, el apoteosis de la belleza natural desbocada, el convencimiento de, como dice el protagonista de una de las pelis de esta edición de Vagamundos, que “estas montañas nunca me hicieron daño”.

Nada malo puede pasar porque todo, llegado un punto, es literatura, es arte, es, en definitiva, Belleza.

Después de analizar los daños, tendremos tomates y tendremos festival.

Gracias a todos por vuestra preocupación, estamos bien, muy bien.

Y como siempre, seguimos adelante.

 

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