En la casa de mis padres, en el pueblo, hay una gigantesca cabeza de jabalí en la pared. Apareció en ese lugar de repente. Está claro que fue cosa de mi padre.
Él era cazador y probablemente encontró en este gesto la reivindicación de toda una vida de emigrante en una gran ciudad, Madrid, que jamás le devolvió el esfuerzo que hizo apartándose de lo que más le gustaba: estar a su bola en el campo.
Como yo no terminaba de entender muy bien que pintaba esa cabeza disecada en uno de los lugares más visibles y presentable de la casa, y eso que en mis años de fotógrafo incipiente en la capital tuve el dudoso honor de fotografiar el pabellón de caza de Nicolás Franco (sí, sí, el hermanísimo….), me preocupé de averiguar cuál era el motivo.
No me quedó muy claro porqué mi padre, que intentó con poca fortuna aficionarnos a la caza, nunca fue muy claro en sus explicaciones. Igual por eso todos en mi familia somos lo contrario de lo que parecemos. Igual que mi padre.
Pero imagino que eso le llenaba de orgullo, lo de la cabeza de jabalí quiero decir.
Claro que estas son mis especulaciones de la vida de mi padre, que, como todas las que vienen de los hijos, son bienintencionadas, pero probablemente falsas.
El caso es que a esa cabeza de jabalí, al poco de aparecer en el portalón de la rústica casa familiar, le salieron gafas, un puro y un elegante sombrero.
También eso fue una sorpresa para mí.
De repente, llegar a ese lugar remoto de la sierra de Albacete, donde se supone que se guardan las esencias familiares, y ver el “Medalla de Oro” tuneado de esa manera era todo un impacto.
Mi padre, no sé sin con resignación o entendiendo el ritmo de los tiempos, jamás tocó los elementos decorativos que le fuimos añadiendo a su trofeo.
Y con el tiempo esa imagen amanecequenoespoco presidía todas las visitas que recibían mis padres en el pueblo: una cabeza de jabalí con gafas, puro habano y sombrero.
En la foto ha desaparecido el puro, imagino que me lo fumé en medio de alguna ensoñación caribeña-alcohólica típica de los de Albacete…
El año pasado la producción de tomates fue francamente mal.
Conviene ser sincero en estas cosas porque nuestro compromiso en este proyecto Que te Quiero Verde solo tiene sentido desde la transparencia con la gente que nos apoya y está a nuestro lado.
La climatología, las plagas, la mala organización, una visión un tanto ingenua del mundo rural y algunas cosas más, dieron como resultado unos cifras muy alejadas de nuestras expectativas y, lo que es mucho peor, pusieron al filo del la viabilidad todo el proyecto.
Pero no vamos a tirar la toalla. Al contrario, solo será un paso más en el aprendizaje para hacer los mejores tomates, que ya lo son, y además que todo este tinglado sea viable y tenga continuidad en un futuro.
¿Y cómo se hacen las cosas? Aprendiendo de los que saben hacerlas. He ido a Almería a ver como han hecho ese milagro de convertir en huerta un desierto. Gracias Alfredo por acompañarme con tanta generosidad por el “mar de plástico”. Sus tomates y los nuestros tienen poco que ver pero siempre se aprende de nuestros mayores.
Hemos mandado analizar la tierra de nuestro huerto al Laboratorio Agroambiental del Gobierno de Aragón y ellos también nos han esterilizado las semillas para este año. Gracias a Patro y Jesús por vuestra simpatía, eso es justo lo que necesitan nuestros tomates para crecer sanos.
Y lo que es más importante, este año vamos a contar con vosotros, nuestros amigos, para las tareas más laboriosas de la plantación. Ya sé, ya sé, donde hay confianza da asco. Pero todos lo sabéis:las cosas saben mejor cuando se trabajan.
Pasé muchas noches de insomnio pensando si merecía la pena seguir plantando unos tomates estupendos pero que no son rentables. De repente, una noche me devolvió la imagen onírica de la cabeza del jabalí con el sombrero, el puro y las gafas. Y pensé que si una figura como esa es capaz de presidir la casa de un cazador todos los sueños son posibles.
Por eso este año volvemos a la carga.
Y como diría nuestro amado Don Antonio: “Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera”.