Después de Semana Santa

Después de Semana Santa

Ya estamos aquí de nuevo para contaros los pasos que vamos dando en el tortuoso camino del cultivo de nuestros tomates de montaña. Nos las prometíamos muy felices cuando, por fin, antes de Semana Santa, conseguimos terminar los invernaderos y dejamos «calentitas» nuestras plantas de tomate a la espera de que el tiempo hiciera con ellas lo que se espera, es decir, hacerlas crecer.

Pero claro, como es de suponer aunque nosotros no lo hiciéramos, además de crecer los tomates también fueron creciendo el resto de las hierbas de todo tipo que había a su alrededor.
Fieles a nuestra filosofía, no utilizamos herbicidas ni ningún producto que altere el frágil equilibrio que necesitamos para que nuestros mimados tomates sean los mejores y los más saludables.
Es obvio que eso tiene algunos inconvenientes, no puede uno descuidarse ni un solo día.

Y como las fiestas siempre son más propicias al jolgorio que al laboreo, a la vuelta de Semana Santa nos encontramos con la desagradable sorpresa de que en uno de los invernaderos apenas podíamos distinguir las matas de tomate del resto de hierbas que, por lo que se ve, estaban la mar de a gusto con el estiércol de oveja que habíamos usado para el abonado previo de la parcela.
Es lo que tiene esto de los métodos ecológicos de cultivo. Nada que no se pueda solucionar con cuatro personas trabajando con la azada durante casi una semana y grandes dosis de buen humor.

En todo caso, y para evitar esta proliferación de hierbas que amenazaba con tener que usar napalm como en Apocalipsis Now, hemos optado por poner paja seca en el segundo invernadero como colchón vegetal que impida la proliferación de plantas no deseadas. Por experimentar que no quede, y por ponerle cariño y horas de trabajo tampoco.

También hemos colocado los tutores de cuerda para que el tomate crezca derecho y ventilado. Si alguien se aburre de hacer puzzles de 10.000 piezas y no sabe qué hacer, puede venir a echarnos una mano. Mil quinientas cuerdecitas colgando del alambre del techo, todo un ejercicio de paciencia y disciplina mental. A mí, la verdad, me recordaba más a la maldición de Sisifo (pedante que es uno…)

También hemos sembrado ya 420 plantas en el exterior. Parece que es pronto para la zona pero por eso nuestros tomates son un poco alpinistas… seguro que resistirán.
Además hemos añadido una segunda dosis del elixir de algas de nuestros amigos de Biosum para el estrés. Después de esta aplicación están las plantas monísimas.

También de la misma marca hemos utilizado:
– RHIZOSUM N > biofertilizante a base de rizobacterias que fija el Nitrógeno que tenemos en la atmósfera (el 78% de ésta es Nitrógeno)
– RHIZOSUM P > biofertilizante a base de rizobacterias que solubiliza el Fósforo que se encuentra bloqueado en el suelo
– RHIZOSUM K > biofertilizante a base de rizobacterias que moviliza el Potasio que se encuentra retenido en el suelo

Os lo cuento porque imagino que la mayoría de vosotros querréis saber lo que os vais a comer. Todos estos productos son de uso en agricultura ecológica.

Y poco más por ahora, que estoy «doblando el lomo» (como dirían en  mi pueblo de Albacete) más que en toda mi vida, pero estamos felices de ver crecer a nuestros tomates.
El próximo día os contaré cómo nos va con los abejorros (Bombus terrestris) que acabamos de comprar para aumentar la polinización de manera natural.

Hasta la próxima.

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