Como en la peli, de vuelta, a la carga, de nuevo, una vez más.
Hoy le he enviado un video a un amigo una grabación de hace tres años, justo antes del confinamiento por la pandemia. Las imágenes eran de Groenlandia. Su comentario ha sido: «Muy chulo el video, se te ve muy joven”.
– Joder pero sí solo hace tres años… ¿y ya se me nota que era más joven?
Pasará algo de tiempo hasta que tengamos del todo claro que fue lo que pasó en ese periodo de tiempo en el que ni fuimos ni pudimos ser todo lo que nos hubiera gustado. Pero por lo pronto, y por no darle la razón a Gil de Biezma, estamos lejos de decir aquello de “cuando de todo hace más de veinte años”.
Como en los buenos tiempos, a por todas.
Me quedo horas mirando como tonto el giro de la turbina del molino.
Después de tanto tiempo en paro (más de sesenta años) y después de tantos esfuerzos, esos giros se convierten en luz eléctrica.
Cuando la miro no pasa ni un solo segundo sin imaginar el tiempo en que era la única fuente de luz en todos aquellos pueblecitos, la mayoría ya abandonados. La energía cinética trasformada en energía eléctrica. El milagro. La luz.
Para mí también es un milagro. Ni un solo cable llega ni sale del molino. Solo cuando una sutil columna de humo de nuestra chimenea de leña nos delata, estamos presentes. Mientras tanto, somos uno más. Un elemento más de este salvaje paisaje que nos rodea. Como hace cientos de años cuando se levantó este molino, ahí sigue, como uno más. Sin causar temor entre los jabalís, los tejones, los zorros, los corzos, las garzas, las nutrias, los patos, los ciervos…y todos los que nos visitan sin previo aviso.
Y aun así conseguimos poner en marcha Vagamundos, nuestro festival de cine cero emisiones. Y fue todo un éxito. Tanto, tanto,que este año vamos a por la segunda edición, rodeados de amigos, fiesta y, en definitiva, vida.
Ya tendréis información. Podéis ir reservando la primera semana de agosto para venir, tenemos muchas y grandes sorpresas.
Y un año más, y van ocho, hemos vuelto a reunirnos entorno a esa locura que son nuestros Tomates Rosas de la Montaña de Fantova,“…que te quiero verde” de nuevo tendrá tomates.
Y de nuevo, gracias a todos los que acudís a mis llamadas de auxilio para preparar el terreno, plantar, abonar… y seguir soñando. Ya os contaremos cuando llegan los primeros tomates. ¡Qué emoción!
Y lo más alucinante, lo más, lo más, es que volvemos a viajar. Por mucho que se empeñen algunos, nada de lo local, de lo pequeño, será si antes no está lo global. Solo porque el mundo es grande, universal, porque todos vamos en el mismo barco, tendrán sentidos los pequeños rincones como este. Como decía Víctor Manuel (que ya no está nada de moda, ¿verdad Mendo?): “aquí cabemos todos o no cabe ni dios”.
Pues eso, a recorrer mundo, a aprender cómo se vive y cómo se siente en otros lugares. A saber que no somos el centro del mundo, que en todos lados cuecen habas. A ser felices fuera de lo nuestro.
En unos días salgo de expedición a la Costa Oeste de Groenlandia.
Por fin, todo vuelve a su sitio.