Uno se pasa la mayor parte de su vida intentando ser independiente, autónomo, en resumen, libre. Toda una vida para llegar a la conclusión de que todo importa muy poco. Nada.

Dice mi amigo Ramon Larramendi que se la suda todo. Una manera diferente de enunciar lo que tantas veces he escuchado en labios de budistas y demás iluminados.

Pero él lo dice con razón, solo el que ve de cerca el abismo sabe lo que significa esa frase de verdad.

Pero para él, como para mí, es diferente. No es el método, es la conclusión.

Casi nada importa.

Me llama mi hermano Jesús Selva, no ahora, hace ya muchos años. Pero es ahora, no sé muy bien porqué, todos estos recuerdos me llegan de sopetón.

Él no puede, después de tantos esfuerzos, recoger su título de ingeniero de montes en la Politécnica de Madrid. Tendré que ir yo. No puedo negarme. Le he visto tantas noches estudiando con un flexo en la misma habitación en la que yo llegaba borracho a altas horas de la madrugada. Tanto esfuerzo, tanta generosidad con mis ronquidos de bolinga, tanta álgebra no lineal…

En mi facultad, la de sociología, ni recogíamos títulos, ni teníamos orla, ni ná de ná. Y no teníamos Tuna. Lo siento amigo Juan.

Íbamos a cambiar el mundo y eso empezaba por esas costumbres casposas de la universidad burguesa en la que habíamos estudiado.

Y cumpliendo con las obligaciones familiares, es lo que tiene tener una familia viajera, me presenté a recoger el título de mi hermano en el paraninfo de la Politécnica.

Todo el mundo bien vestido y en un momento dado sonó el Gaudeamus Igitur.

Lo corearon con más o menos entusiasmo. Pero yo no, yo iba a cambiar el mundo…

Hoy han entregado el premio Cervantes de literatura. En el instituto Cervantes, con los Reyes de España, a una autora uruguaya, Cristina Peri Rossi, lesbiana, exiliada, mujer.

Y he leído que en la ceremonia se escuchó el Gaudeamus Igitur. Y que casi todos los asistentes iban de estricta etiqueta, y casi todos lo corearon.

Joder, Jesús Selva, gracias por dejarme entrever el futuro.

Igual resulta que ese cambio de mundo que tanto perseguíamos no estaba en las formas, y que en el fondo, entre todos, fuimos capaces de hacerlo cambiar.

Los tomates se han congelado, todos los años igual. Da igual mi estrategia, siempre pasa algo…

Tantos años para saber que esos contratiempos y esos obstáculos forman parte de la aventura de vivir. Que Larramendi, el más grande, diga que todo se la suda.

Y que siga sonando sin complejos el

https://www.youtube.com/watch?v=-5vySaAZXEM