Por más veces que ocurra, miles de años, no dejará de tener algo de milagroso.

Uno mira ese punto diminuto, la semilla, la entierra y ya no existe.

Imposible imaginar, sobre todo con la visión racional y urbana de estos tiempos, que después, muchas horas de trabajo y mucho sudor después, ocurra esto.

Difícil no emocionarse cuando apareceel rojo en los primeros tomates.

Me gusta dar vueltas, casi siempre sin hacer nada concreto, por la tarde entre las tomateras.

No sé muy bien por qué lo hago. Imagino que algo dentro de mí intenta comprender qué ocurre para que esto sea posible.

Y no seáis listos que yo también tengo estudios. Ya sé que hace mucho que todo esto lo explica la ciencia, como casi todo.

Pero para mí, que soy de letras, es un milagro. Y si encima saben como estos, más.

Por cierto, como algunos me habéis preguntado, os informo que nuestro número de explotación en conversión dentro del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica es el P-15005. 

En dos años tendremos la certificación definitiva.

Siguiendo los consejos de los técnicos de este comité le vamos a cambiar el nombre a nuestro tomate, a partir de ahora será Tomate Rosa de la Montaña de Fantova.

En su opinión el genérico «tomate de montaña” no identifica suficientemente nuestro producto y es previsible que surjan muchos otros, pero seguro que no serán lo mismo.

Seguimos con los pedidos anticipados de tomates solidarios con beneficio a los afectados por el terremoto de Nepal a través de la asociación Ayuda Directa Himalaya hasta el 25 de junio

Ellos y vuestro paladar os lo agradecerán.